martes, 17 de febrero de 2015

Notas sobre la historia de la homosexualidad en Alemania 1919-1945

Por Ismael Espinosa
@Grisem19


A las queridas Natahí y Luna, que
comparten el gusto de estudiar la historia y la cultura alemana

Alemania se ha consolidado dentro de la historia LGBT como el primer país donde se planearon los primeros movimientos por los derechos homosexuales a finales del siglo XIX. A punto de concluir la década de 1860 la Federación Alemana del Norte redactó un Código Penal que incluía el decreto 175, siguiendo el modelo del párrafo 145 del código prusiano, el cual condenaba con cárcel aquellas relaciones afectivas y sexuales entre hombres. Para 1871 “esta disposición fue introducida sin ningún debate por el Reichstag, pasando a constituir el párrafo 175 del nuevo código penal del Segundo Reich”.[1]

Sin embargo, después de la posguerra e iniciados los llamados “locos años 20”, se vivió una época en Alemania donde homosexuales, lesbianas, travestis y prostitutas tenían una amplia gama en cuanto a entretenimiento y libertad sexual.

Alexanderplatz (Plaza Alexander), Berlín
en los años veinte
El 11 de agosto de 1919, se estableció que Berlín fuera el eje administrativo y político bajo un nuevo sistema de gobierno: la República de Weimar.  Fue entonces cuando la población alemana y parte de la europea emigró a esta ciudad en busca de empleos y de vivienda. Ya desde 1910, esta urbe había demostrado parte de su potencial económico y social al tener una línea de tren subterráneo que transportaba principalmente a los obreros de fábricas de la ciudad. Berlín también había contado con algunas exposiciones artísticas de personajes renombrados con lo que empezaba a superar a París como la capital del arte y la cultura. De igual manera se empezaron a abrir locales-bajofondos donde la gente podía buscar momentos de diversión y sexo. Una de estas zonas fue la Alexanderplatz al este de Berlín. En ella se encontraba el lastre de la sociedad: vagabundos, pobres, prostitutas y aquellos judíos que se asentaron ahí después de haber servido como fabricantes de armas durante la Gran Guerra.[2]
           


El Comité Científico Humanitario y la vida social de los homosexuales

Desde el establecimiento de la República de Weimar, algunos comenzaron a cuestionarse si debía despenalizarse la homosexualidad como parte del nuevo sistema de gobierno.[3] En Berlín se encontraba ubicado el Comité Científico Humanitario (establecido desde 1897) dirigido por el Dr. Magnus Hirschfeld, médico y psiquiatra abiertamente homosexual que se dedicaba a investigar temas de sexualidad desde la perspectiva biológica, histórica y social, y también ser un activista en favor de los derechos homosexuales.

Magnus Hirschfeld, director
del Comité Científico Humanitario y el
Instituto de Ciencia Sexual
            Una de las metas del Comité Científico Humanitario era el lograr la derogación del artículo 175 del Código Penal, por lo que organizó una campaña en la que diversas personalidades internacionales participaron al firmar en apoyo al comité. Entre los más destacados están Hermann Hesse, Krafft-Ebing, Albert Einstein, Heinrich Mann, Thomas Mann, Stefan Zweig, Zola y Tolstoy, además de médicos y homosexuales, logrando recaudar más de seis mil firmas.[4]

            También el Comité Científico Humanitario comenzó a propagar información sobre las diversas sexualidades humanas en folletos que se vendían en un marco. De estos, el que más ediciones tuvo fue ¿Qué hay que saber del sexo intermedio? donde se argumentaba que la homosexualidad siempre ha existido y que es completamente natural, contraponiendo la opinión general sobre este tema.

            En julio de 1919, Hirschfeld fundó el Instituto de Ciencia Sexual establecido en el viejo Palacio Hatzfeld (adquirido por él mismo) ubicado en el Tiergarten, Berlín. Anexo a este nuevo centro de investigación se encontraba el Comité Científico Humanitario donde cada mes se reunían sus antiguos miembros. Magnus Hirschfeld y sus colegas ofrecieron sus servicios como terapeutas a la gente que tenía problemas médicos y psicológicos en cuanto a su sexualidad, poniendo especial atención a los homosexuales dándoles un lugar donde pudieran socializar. El Instituto también tenía un museo de la sexualidad humana donde se albergaba un archivo con listas de asistentes a consulta, fotografías de travestis, estantes con artefactos diversos y una biblioteca que albergaba estudios de medicina y filosofía.[5] 

     A pesar de que el Código Penal Civil prohibía claramente las relaciones homosexuales en Alemania, el Comité Científico Humanitario no tuvo ninguna represión por parte del Estado y mucho menos durante la Primera Guerra Mundial. Incluso mandó a muchos prisioneros para ser tratados de sus diversas conductas sexuales y mentales. Sin embargo, Hirschfeld sufrió diversos ataques violentos por parte de personas ultraconservadoras justamente después de la derrota alemana. Por mencionar algunos, en 1920 en Münich fue atacado en durante una conferencia sin atrapar a los agresores; en 1921 también en Münich un grupo antisemita (enterada del origen judío de Hirschfeld) lo golpeó tan severamente que quedó inconsciente en la calle, casi dándolo por muerto. Por último, en 1923 mientras daba una conferencia en Viena, un grupo de la recién creada  Juventud Nazi le lanzó bombas fetidas para luego abrir fuego hiriendo a muchos de los asistentes.

Bar Eldorado en Berlín
En esta época se abrieron clubs nocturnos privados (y exclusivos para homosexuales); generalmente estaban en funcionamiento desde las 9 de la noche hasta las 3 de la mañana, no interfiriendo con la vida cotidiana de los berlineses. Entre estos lugares podemos mencionar el teatro Eros, que abrió sus puertas en 1921 y presentaba obras donde sus actores o artistas (en su mayoría) eran homosexuales, y los bares “ElDorado” [sic], cinco bares similares que estaban en toda la ciudad de Berlín.  En estos establecimientos se ofrecían salas de baile divididas para hombres, mujeres y travestis, siendo estos últimos beneficiados con una noche especial en la que celebraban el concurso “Miss El Dorado”, donde varios participantes se disputaban el título como el mejor artista travestido de Berlín.

Lesbianas asistentes a Eldorado (se dice
que Marlene Dietrich era asidua parroquiana
de este lugar)
Pero no todo era miel sobre hojuelas: algunos intelectuales conservadores de la época creían que con el gobierno de la República de Weimar, Alemania estaba cayendo en una degradación social y cultural, especialmente la capital berlinesa que albergaba el vicio y el pecado. De esta manera fue como el nacionalsocialismo comenzó a tener adeptos que estarían en favor de una limpieza moral “y natural” de la población alemana.[6]

            Uno de los primeros en sufrir los embates del nazismo fue el Instituto de Ciencia Sexual: el 6 de mayo de 1933 fue destruido en su totalidad, saqueando la biblioteca, el museo y el archivo que albergaba. El 10 de mayo, en la famosa “quema de libros”, estudiantes de diversas universidades alemanas destruyeron varios libros que atentaban contra el espíritu alemán, entre ellos los que fueron sustraídos de la biblioteca del Comité y el Instituto.[7] Junto con ellos, un busto de Hirschfled fue quemado como símbolo del repudio que el pueblo alemán tenía contra él. El director de ambos centros de investigación sexual huyó a Francia para buscar ayuda de algunos colegas y poder restituir el instituto sin conseguir éxito. Al igual que Ulrichs, Hirschfeld se exilió de Alemania, encontrando refugio en Niza justo en el momento clave del ascenso del nacionalsocialismo, falleciendo poco tiempo después en 1935.

Hansi Sturm, famoso
travesti de Eldorado
Poco a poco fueron erradicándose los institutos y lugares donde los homosexuales habían tenido un espacio donde poder sentirse a gusto y sin ser juzgados. Para junio de 1935 se buscó erradicar los pubs y bares que fueran punto de encuentro de estos sujetos así como censurar publicaciones como el Blätter für Menschenrecht, Die Insel o Der Kreise. En agosto del mismo año cerca de 1770 hombres fueron enviados a los campos de concentración de Lichtenburg.[8] Así fue como empezó a operar en nacionalsocialismo en Alemania.






La llegada del nacionalsocialismo y los campos de concentración


Para los nazis, los homosexuales no tenían un valor social aceptado. No eran capaces de tener familia por lo que no aportaban descendencia a la nación alemana. Además, modificaron la sección 175 del Código Penal Alemán cambiando el término de “acto sexual antinatural” por “sexo ofensivo entre varones”.[9]  Heinrich Himmler, médico al servicio del nacionalsocialismo, desarrolló tratamientos psíquicos y hormonales para los desviados; otra solución “curativa” era la castración química para poder ser reclutados en el ejército sin “tener peligro de contagio a otros soldados y ser enviados a luchar en primera fila”.[10] 

ElDorado clausurado y resguardado
por elementos nazis
Al ser considerados como seres inferiores por la sociedad y criminales por el Estado, la gran mayoría de los homosexuales eran enviados prisioneros a los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau (al oeste de Cracovia, en Polonia) y Dachau (en el noroeste de Münich). Al llegar ahí, los homosexuales eran rapados y rasurados completamente, además de ser obligados a usar en sus uniformes un triángulo rosa en el brazo izquierdo y otro detrás de la pierna derecha. Otros símbolos con los que fueron identificados eran usando bandas amarrillas en los brazos con una “A” (de Arschfiker – “penetrador anal”);[11]  algunos con unos puntos negros de gran tamaño, y otros con un gran número 175 en la espalda exhibiendo el motivo de su detención. Una aproximación sobre la edad promedio de los homosexuales que fueron remitidos a los campos de concentración era que había hombres de entre 29 y 37 años, con la cual los nazis abusaron de su “relativa fuerza física” para explotarlos laboralmente.[12] Otros más fueron torturados siendo utilizados en diversos experimentos de los médicos nazis (como la castración) o exterminados en las diversas formas que los guardias usaban contra ellos.

            Una de las maneras en las que los homosexuales podían escapar de ser enviados prisioneros a los campos de concentración era bajo un exhaustivo cuestionario hecho por la Gestapo (Geheime Staatspolizei,”Policía Secreta del Estado”) en el que se examinaba si el individuo era “activamente homosexual”, es decir, que si incurría frecuentemente a tener inclinaciones y/o relaciones sexuales con hombres.[13] 

Homosexuales vistiendo el pijama del
campo de concentración llevando un triángulo rosa
como símbolo de su delito

            Aún con esta posibilidad de escape de los nazis, muchos homosexuales (junto con lesbianas, travestis, presos políticos, testigos de Jehová, migrantes, gitanos y judíos) fueron recluidos en prisiones y campos de concentración. No se sabe el número aproximado de víctimas mortales y prisioneros que fueron procesados por el régimen nacionalsocialista, tanto en Alemania como en los países en los que llegó el poder de Hitler. Fueron pocos los que aportaron su testimonio como “prisioneros del triángulo rosa”, ya que después de la Segunda Guerra Mundial, ser homosexual seguía siendo penado en la Alemania Oriental y Occidental. Pasarían alrededor de cuarenta años (exactamente en 1994) para que esa ley terminara siendo derogada y que las víctimas del holocausto gay fueran reconocidos por la sociedad y la historia mundial.


Fuentes:

Aldrich, Robert (Ed.). Gays y lesbianas. Vida y cultura. Un legado Universal. Trad. de Beatriz Rendo Andaluz/Torreclavero. Donostia, España: Nerea, 2006. 384 pp. Ils.

Hidden Holocaust? Gay and Lesbian Persecution in Germany 1933-45. Editado por Günter Grau, Trad. Patrick Camiller. Chicago: Fitzroy Dearborn Publishers, 1995.

Historical perspectives on homosexuality. Licata, Salvatore J. y Petersen, Robert P. [Vol. 6, Núm. 1 y 2 Journal of Homosexuality. Otoño-Invierno, 1980-1981] Nueva York: The Hawarth Press, 1985. 224 pp.

Lauritsen, John y David Thorstad. Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935). Trad. de Francesc Parcerisas y Pról. de Juan Gil-Albert. Barcelona: Tusquets Editores, 1977. 169 pp.

Richard, Lionel (Dir.) Berlín 1919-1933. Gigantismo, crisis social y vanguardia: la máxima encarnación de la modernidad. Trad. de José Luis Gil Aristu. Madrid: Alianza Editorial, 1993. 286 pp. Fotos, Ils., Cuadros. (Memoria de las Ciudades).



[1] John Lauritsen y David Thorstad. “Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935)”, en: Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935). Trad. de Francesc Parcerisas y Pról. de Juan Gil-Albert. Barcelona: Tusquets Editores, 1977. p. 19.
[2] Eike Geisel. “Excluidos y delincuentes”, en Lionel Richard (Ed.). Berlín 1919-1933. Gigantismo, crisis social y vanguardia: la máxima encarnación de la modernidad. Trad. de José Luis Gil Aristu. Madrid: Alianza Editorial, 1993. pp. 81-82. (Memoria de las Ciudades).
[3] Günter Grau. “Persecution, ‘Re-education’ or ‘Erradication’ of Male Homosexuals between 1933 and 1945. Consequences of the Eugenic Concept of Assured Reproduction”, en: Hidden Holocaust? Gay and Lesbian Persecution in Germany 1933-45. Editado por Günter Grau, Trad. del alemán al inglés por Patrick Camiller. Chicago: Fitzroy Dearborn Publishers, 1995. p. 3.
[4] Lauritsein y Thorstad, Op. Cit., p. 34-35.
[5] Ralf Dose. ”Sexualidad: las provocaciones de un pionero”, en: Richard, Op. Cit., p. 165.
[6] Richard. “Una identidad contradictoria”, Op. Cit., p. 21.
[7] Grau. “Police Raids, Bans and Arrests: 1933 to 1935”, en: Op. Cit. p. 26
[8] Ibídem, p. 26.
[9] Grau. “The National Socialist Revision of Section 175 of the Penal Code”, Op. Cit., p. 65.
[10] Florence Tamagne. “La era homosexual (1870-1940)”, en: Aldrich, Robert (Ed.). Gays y lesbianas. Vida y cultura. Un legado Universal. Trad. de Beatriz Rendo Andaluz/Torreclavero. Donostia, España: Nerea, 2006. p. 192.
[11] En español no hay una traducción textual de esta palabra. Sin embargo, en el texto de Rüdiger Lautmann lo utiliza como “assfucker”, que interpreto como “penetrador anal”, es decir, el activo sexualmente. Rüdiger Lautmann. “The pink triangle. The persecution of homosexual males in concentration camps in Nazi Germany”, en: Historical perspectives on homosexuality. Licata, Salvatore J. y Petersen, Robert P. [Vol. 6, Núm. 1 y 2 Journal of Homosexuality. Otoño-Invierno, 1980-1981] Nueva York: The Hawarth Press, 1985. p. 148.
[12] Hubo labores dentro de los campos de concentración que requerían un esfuerzo físico y mental bastante duro. Como lo menciona Heinz Heger en sus memorias como sobreviviente: durante el invierno vio que “los prisioneros del triángulo rosa tenían que mover la nieve de un extremo a otro del campo por la mañana y por la tarde regresarla a su posición original, llevándola en palas, abrigos o con sus propias manos.” Citado por Ibídem, p. 150. Sobre este hecho, hay una recreación visual en la película Bent (Sean Mathias, 1997) donde dos prisioneros (un homosexual y un “judío” —también homosexual— cargan nieve de un lado a otro como forma de trabajo.
[13] Grau. “Persecution, ‘Re-education’ or ‘Erradication’ of Male Homosexuals between 1933 and 1945. Consequences of the Eugenic Concept of Assured Reproduction”, Op. Cit., p. 6.

Ser gay en los '90

Por Eduardo López Mendiola

Me invitaron a escribir unas letras sobre lo que acontecía en la escena joteril mexicana de la Ciudad de México durante la década de los noventa, y para acabarla de amolar Ismael (@Grisem19) me dice “los antros en tus años mozos”…. No se si su comentario me evocó las más exitosas cátedras de las “vestidas” del 33 sobre cómo romperle una botella en la cabeza a un cristiano siempre con la sonrisa en la boca, o simplemente hablar de ésta época en la que aprendí a romper botellas en la cabeza de los cristianos siempre con la sonrisa en la boca… ¡Pero por supollo que opté por lo segundo!

Como diría Loui en Entrevista con el Vampiro: “la generación del fin de siglo trae nuevas experiencias y genera expectativas en una muchedumbre que, alocada en si misma, se perfila hacia una dirección más liberal”. En nuestro caso, los maravillosos noventa, arrancaban con el estigma de la década anterior – sobre todo desde 1985–  donde el fantasma mortal del VIH era la “respuesta divina” a tanta sodomía y porquerías vertidas desde el Yellow Submarine y hasta Boy George. La sociedad moralina había determinado que ser homosexual, lesbiana o cualquier cosa que no fuera heterosexual hiperortodoxo en su religiosidad, y que no perteneciera a “lo común”  debía ser marcado vilmente no como pervertido o desviado, sino como Sidoso que se tenía que morir por mano y obra del ángel vengador del Señor.

La incipiente comunidad Gay… sí, en la década de los noventa apenas entrabamos con la lista de letras que nos caracteriza, hasta 1990 teníamos la comunidad Gay; en 1995 se decía Lésbico-Gay, en 1998 ya éramos LGBT, y después de allí se fueron agregando letras hasta lograr la ametralladora… Pero regreso al punto, la incipiente comunidad Gay – que quería repuntar entre los estertores de la muerte del virus –y de una mala organización interna sobre lo que se entendía como comunidad–  se enfocó a demostrar “quiénes éramos”. Para refrenar todo este tipo de cuestiones moralinas se invitaba a cuanta jotita hubiera en el mundo que saliera del clóset y se mostrara tal cual era en sí mismo… Sí claro, pero no te decían que antes de salir del clóset era necesario, aceptarse y asumirse… así que de pronto, cual arcoíris salía después de la tormenta, del mismo modo salió del closet el mundo gay.

A prácticamente cinco años del temblor de 1985, la vida nocturna se llenó de un arcoíris. Mientras en la Zona Rosa se mantenían centros de “sano esparcimiento” icónicos como El Taller, aparecieron lugares como El Antro, El Celo y los famosos CabareTitos, en toda la ciudad se abrieron una cantidad impresionante de lugares. En el Centro Histórico se contaban con lugares de tradición como El Viena –que permitía todo tipo de cosas torcidas menos besos entre hombres– que sigue estando en la calle de República de Cuba… pero no sólo era el Viena, en Pensador Mexicano –la misma calle pero del otro lado de Eje Central– estaba Los Rosales, o como se le conocía popularmente El Men, lugar de donde salían todos los shows travestis de la ciudad. Si un travesti no hacía su debut en El Men, entonces no sabía que era iniciar bien su carrera.

Bar "El Viena" (interior) 
Siguiendo en la calle de Cuba, pasando el Viena y su simbionte el Oasis, se ubicaron lugares como el 42, el Cluster –una cervecería que atendía desde la 10 de la mañana hasta las 20 horas– exactamente cuando se abrían el Viena y el Oasis. Ya rumbo a Garibaldi uno podía disfrutar un rato en el 14, un antro que compartía su clientela con lo más selecto de la milicia… pura sardina, y que tenía show de sexo en vivo ¡Por parte de los militares! Las redadas militares eran también parte del show, por lo menos una vez al mes, Para 1998 el lugar fue cerrado y se mudaron bien lejos, al ladito y ahora se llamaba el 15. Pero no podemos dejar de lado el mítico 33 que se había agenciado la canción de Mecano,  la de Cruz de Navajas,  como parte de su imaginario local.  El 33 fue el after por excelencia y que merecería un escrito independiente para él, ya que convivían desde el niño más hiperfresa del momento –e igualmente sabrosisísimo– con la vestida más famosa de la región del Anáhuac, como convivían las chicas nice con las lesbianas, sin problemas. Era el paraíso terrenal en cordialidad y armonía.
Bar "El 33". Actualmente sigue en funcionamiento

Si bien entre 1991 y el 2000  aparecieron y desaparecieron una cantidad brutal de antros, lo interesante fue la vasta oferta de lugares de disfrute nocturno de la comunidad Gay…. Desde el Catzy en Satélite, pasando por todos los antros de la Zona rosa y llegando hasta Privatta y el Ángel Azul en Universidad, la ciudad de México se empezó a enfrentar a una diversidad que se presentó con una particularidad en cuestión de la vida nocturna: los antros gay eran los únicos que abrían hasta la madrugada. Mientras la mayoría de los antros regulares cerraban a las tres de la mañana, los antros de ambiente cerraban a las cinco de la mañana y terminaba la vida nocturna cuando abría el metro. Esto logró que los compañeros de ruta voltearan a los lugares gay como parte de la fiesta nocturna.

No era difícil ver en lugares como El Butterfly, Anyway, Penélope, a una bola de jóvenes heterosexuales que se articulaban con la banda joteril del momento (¡Saludos @Maligna_Bambola!). Eso también empezó a romper esquemas, ya que esta nueva generación también estaba irrumpiendo en lugares donde el ghetto gay marcaba las pautas. Contábamos con lugares exclusivos para hombres y exclusivos para mujeres. El Taller por ejemplo no admitía la entrada a travestis o mujeres, y las veces que Tito Vasconcelos ponía en escena “Mariposa de Bar” se hacían rituales en donde “se quitara el aroma a pescado o algo por el estilo”. En este aspecto, la década de los noventa no se entendería sin Media Noche en Babilonia de Tito Vasconcelos y sin El Taller donde el célebre grupo Guerrilla Gay con sus
Bar "El Taller". Década de los 90
“martes del Taller” se posicionó como el portavoz de la salida del clóset y también fueron los promotores de un sinfín de grupos como lo fueron Palomilla Gay  y Unigay, entre otros, quienes marcaron un fuerte activismo frente a la sociedad tradicional heteronormativa.

La escena política de la ciudad de México sobre la diversidad sexual se fue reflejando en un sinfín de posicionamientos. Desde los que nos fuimos a besar en el Vips del Ángel ante la acción homófoba del gerente ante una parejita, pasando por los que nos fuimos a encadenar a Gobernación por la igualdad de derechos, hasta los que, desde la parte cultural buscaron espacios, como lo era la “Semana Cultural Gay” que prácticamente duraba todo el mes de Junio culminando con la Marcha LGBT…. y lo que sigue.

Entre 1994 y 1995, la comunidad había declarado una fuerte batalla sexo-política que abrió espacios, pero a la par también generó una reacción adversa. Los crímenes de odio por homofobia se intensificaron. La sociedad heteronormativa no estaba contenta con la acción de emancipación que se estaba dando en todos los sectores. Ya no importaba si la jotita era pobre o rica, solo por el hecho de ser distinto ya tenían problemas. Por ello mismo se propuso la Comisión contra Crímenes de Odio por Homofobia, para poder registrar todos los actos de asesinatos y violaciones a la gente “de ambiente”.

No podemos entender nuestro acelerado siglo XXI con todas estas parejitas de niños que van agarrados de la mano y donde la gente se llega a sentir molesta ante la creciente cantidad de noviecitos que se besan o en el metro, sin las acciones de la generación de la década de 1990. Es en esta década donde se abrieron muchos espacios para expresarnos, y si no se abrían los empezábamos a oficializar. El vagón del metro denominado “la cajita feliz” que había empezado en las líneas 2 y 3 del metro de pronto se masificó a todas las líneas y con horarios específicos en algunas y en otras todo el día. La lucha por los espacios era irrumpir, voltear y decirle al heterosexual impresionado si le molestaba porque si así era entonces lo harían con más gusto.

El cambio de Gobierno favoreció mucho el desarrollo de esta comunidad. La transición de una regencia Priista a un Gobierno de Izquierda con Cuauhtémoc Cárdenas y posteriormente con “Chayito Robles” –a quien se le despidió cual Evita Perón– en el Zócalo y hartas banderas de la comunidad ondeándose en favor de ella abrió camino a una nueva forma de sociabilización más heterogénea. El siglo XXI se marcaba como un camino hermoso y dulce maravilloso para el sector gay… hasta que llegó el Gobierno de AMLO, con sus políticas “inclusivas” que dieron al traste a mucho de lo que se había logrado políticamente bajo la idea de que se debía hacer plebiscito para que la sociedad dijera si los derechos de los LGBT se aceptaban o no….

Como comentario final, la década de los noventa reabrió el camino por los derechos y la búsqueda de equidad. Ahora bien, a los ojos de la historia tenemos la obligación de ir más allá de un simple panorama como el que aquí intento plasmarle a muy pero muy amplios rasgos. Lo aquí vertido es sólo un pequeño panorama, para que con sus comentarios vayamos dibujando a mayor detalle esta maravillosa y alocada década de fin de milenio.