martes, 17 de febrero de 2015

Notas sobre la historia de la homosexualidad en Alemania 1919-1945

Por Ismael Espinosa
@Grisem19


A las queridas Natahí y Luna, que
comparten el gusto de estudiar la historia y la cultura alemana

Alemania se ha consolidado dentro de la historia LGBT como el primer país donde se planearon los primeros movimientos por los derechos homosexuales a finales del siglo XIX. A punto de concluir la década de 1860 la Federación Alemana del Norte redactó un Código Penal que incluía el decreto 175, siguiendo el modelo del párrafo 145 del código prusiano, el cual condenaba con cárcel aquellas relaciones afectivas y sexuales entre hombres. Para 1871 “esta disposición fue introducida sin ningún debate por el Reichstag, pasando a constituir el párrafo 175 del nuevo código penal del Segundo Reich”.[1]

Sin embargo, después de la posguerra e iniciados los llamados “locos años 20”, se vivió una época en Alemania donde homosexuales, lesbianas, travestis y prostitutas tenían una amplia gama en cuanto a entretenimiento y libertad sexual.

Alexanderplatz (Plaza Alexander), Berlín
en los años veinte
El 11 de agosto de 1919, se estableció que Berlín fuera el eje administrativo y político bajo un nuevo sistema de gobierno: la República de Weimar.  Fue entonces cuando la población alemana y parte de la europea emigró a esta ciudad en busca de empleos y de vivienda. Ya desde 1910, esta urbe había demostrado parte de su potencial económico y social al tener una línea de tren subterráneo que transportaba principalmente a los obreros de fábricas de la ciudad. Berlín también había contado con algunas exposiciones artísticas de personajes renombrados con lo que empezaba a superar a París como la capital del arte y la cultura. De igual manera se empezaron a abrir locales-bajofondos donde la gente podía buscar momentos de diversión y sexo. Una de estas zonas fue la Alexanderplatz al este de Berlín. En ella se encontraba el lastre de la sociedad: vagabundos, pobres, prostitutas y aquellos judíos que se asentaron ahí después de haber servido como fabricantes de armas durante la Gran Guerra.[2]
           


El Comité Científico Humanitario y la vida social de los homosexuales

Desde el establecimiento de la República de Weimar, algunos comenzaron a cuestionarse si debía despenalizarse la homosexualidad como parte del nuevo sistema de gobierno.[3] En Berlín se encontraba ubicado el Comité Científico Humanitario (establecido desde 1897) dirigido por el Dr. Magnus Hirschfeld, médico y psiquiatra abiertamente homosexual que se dedicaba a investigar temas de sexualidad desde la perspectiva biológica, histórica y social, y también ser un activista en favor de los derechos homosexuales.

Magnus Hirschfeld, director
del Comité Científico Humanitario y el
Instituto de Ciencia Sexual
            Una de las metas del Comité Científico Humanitario era el lograr la derogación del artículo 175 del Código Penal, por lo que organizó una campaña en la que diversas personalidades internacionales participaron al firmar en apoyo al comité. Entre los más destacados están Hermann Hesse, Krafft-Ebing, Albert Einstein, Heinrich Mann, Thomas Mann, Stefan Zweig, Zola y Tolstoy, además de médicos y homosexuales, logrando recaudar más de seis mil firmas.[4]

            También el Comité Científico Humanitario comenzó a propagar información sobre las diversas sexualidades humanas en folletos que se vendían en un marco. De estos, el que más ediciones tuvo fue ¿Qué hay que saber del sexo intermedio? donde se argumentaba que la homosexualidad siempre ha existido y que es completamente natural, contraponiendo la opinión general sobre este tema.

            En julio de 1919, Hirschfeld fundó el Instituto de Ciencia Sexual establecido en el viejo Palacio Hatzfeld (adquirido por él mismo) ubicado en el Tiergarten, Berlín. Anexo a este nuevo centro de investigación se encontraba el Comité Científico Humanitario donde cada mes se reunían sus antiguos miembros. Magnus Hirschfeld y sus colegas ofrecieron sus servicios como terapeutas a la gente que tenía problemas médicos y psicológicos en cuanto a su sexualidad, poniendo especial atención a los homosexuales dándoles un lugar donde pudieran socializar. El Instituto también tenía un museo de la sexualidad humana donde se albergaba un archivo con listas de asistentes a consulta, fotografías de travestis, estantes con artefactos diversos y una biblioteca que albergaba estudios de medicina y filosofía.[5] 

     A pesar de que el Código Penal Civil prohibía claramente las relaciones homosexuales en Alemania, el Comité Científico Humanitario no tuvo ninguna represión por parte del Estado y mucho menos durante la Primera Guerra Mundial. Incluso mandó a muchos prisioneros para ser tratados de sus diversas conductas sexuales y mentales. Sin embargo, Hirschfeld sufrió diversos ataques violentos por parte de personas ultraconservadoras justamente después de la derrota alemana. Por mencionar algunos, en 1920 en Münich fue atacado en durante una conferencia sin atrapar a los agresores; en 1921 también en Münich un grupo antisemita (enterada del origen judío de Hirschfeld) lo golpeó tan severamente que quedó inconsciente en la calle, casi dándolo por muerto. Por último, en 1923 mientras daba una conferencia en Viena, un grupo de la recién creada  Juventud Nazi le lanzó bombas fetidas para luego abrir fuego hiriendo a muchos de los asistentes.

Bar Eldorado en Berlín
En esta época se abrieron clubs nocturnos privados (y exclusivos para homosexuales); generalmente estaban en funcionamiento desde las 9 de la noche hasta las 3 de la mañana, no interfiriendo con la vida cotidiana de los berlineses. Entre estos lugares podemos mencionar el teatro Eros, que abrió sus puertas en 1921 y presentaba obras donde sus actores o artistas (en su mayoría) eran homosexuales, y los bares “ElDorado” [sic], cinco bares similares que estaban en toda la ciudad de Berlín.  En estos establecimientos se ofrecían salas de baile divididas para hombres, mujeres y travestis, siendo estos últimos beneficiados con una noche especial en la que celebraban el concurso “Miss El Dorado”, donde varios participantes se disputaban el título como el mejor artista travestido de Berlín.

Lesbianas asistentes a Eldorado (se dice
que Marlene Dietrich era asidua parroquiana
de este lugar)
Pero no todo era miel sobre hojuelas: algunos intelectuales conservadores de la época creían que con el gobierno de la República de Weimar, Alemania estaba cayendo en una degradación social y cultural, especialmente la capital berlinesa que albergaba el vicio y el pecado. De esta manera fue como el nacionalsocialismo comenzó a tener adeptos que estarían en favor de una limpieza moral “y natural” de la población alemana.[6]

            Uno de los primeros en sufrir los embates del nazismo fue el Instituto de Ciencia Sexual: el 6 de mayo de 1933 fue destruido en su totalidad, saqueando la biblioteca, el museo y el archivo que albergaba. El 10 de mayo, en la famosa “quema de libros”, estudiantes de diversas universidades alemanas destruyeron varios libros que atentaban contra el espíritu alemán, entre ellos los que fueron sustraídos de la biblioteca del Comité y el Instituto.[7] Junto con ellos, un busto de Hirschfled fue quemado como símbolo del repudio que el pueblo alemán tenía contra él. El director de ambos centros de investigación sexual huyó a Francia para buscar ayuda de algunos colegas y poder restituir el instituto sin conseguir éxito. Al igual que Ulrichs, Hirschfeld se exilió de Alemania, encontrando refugio en Niza justo en el momento clave del ascenso del nacionalsocialismo, falleciendo poco tiempo después en 1935.

Hansi Sturm, famoso
travesti de Eldorado
Poco a poco fueron erradicándose los institutos y lugares donde los homosexuales habían tenido un espacio donde poder sentirse a gusto y sin ser juzgados. Para junio de 1935 se buscó erradicar los pubs y bares que fueran punto de encuentro de estos sujetos así como censurar publicaciones como el Blätter für Menschenrecht, Die Insel o Der Kreise. En agosto del mismo año cerca de 1770 hombres fueron enviados a los campos de concentración de Lichtenburg.[8] Así fue como empezó a operar en nacionalsocialismo en Alemania.






La llegada del nacionalsocialismo y los campos de concentración


Para los nazis, los homosexuales no tenían un valor social aceptado. No eran capaces de tener familia por lo que no aportaban descendencia a la nación alemana. Además, modificaron la sección 175 del Código Penal Alemán cambiando el término de “acto sexual antinatural” por “sexo ofensivo entre varones”.[9]  Heinrich Himmler, médico al servicio del nacionalsocialismo, desarrolló tratamientos psíquicos y hormonales para los desviados; otra solución “curativa” era la castración química para poder ser reclutados en el ejército sin “tener peligro de contagio a otros soldados y ser enviados a luchar en primera fila”.[10] 

ElDorado clausurado y resguardado
por elementos nazis
Al ser considerados como seres inferiores por la sociedad y criminales por el Estado, la gran mayoría de los homosexuales eran enviados prisioneros a los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau (al oeste de Cracovia, en Polonia) y Dachau (en el noroeste de Münich). Al llegar ahí, los homosexuales eran rapados y rasurados completamente, además de ser obligados a usar en sus uniformes un triángulo rosa en el brazo izquierdo y otro detrás de la pierna derecha. Otros símbolos con los que fueron identificados eran usando bandas amarrillas en los brazos con una “A” (de Arschfiker – “penetrador anal”);[11]  algunos con unos puntos negros de gran tamaño, y otros con un gran número 175 en la espalda exhibiendo el motivo de su detención. Una aproximación sobre la edad promedio de los homosexuales que fueron remitidos a los campos de concentración era que había hombres de entre 29 y 37 años, con la cual los nazis abusaron de su “relativa fuerza física” para explotarlos laboralmente.[12] Otros más fueron torturados siendo utilizados en diversos experimentos de los médicos nazis (como la castración) o exterminados en las diversas formas que los guardias usaban contra ellos.

            Una de las maneras en las que los homosexuales podían escapar de ser enviados prisioneros a los campos de concentración era bajo un exhaustivo cuestionario hecho por la Gestapo (Geheime Staatspolizei,”Policía Secreta del Estado”) en el que se examinaba si el individuo era “activamente homosexual”, es decir, que si incurría frecuentemente a tener inclinaciones y/o relaciones sexuales con hombres.[13] 

Homosexuales vistiendo el pijama del
campo de concentración llevando un triángulo rosa
como símbolo de su delito

            Aún con esta posibilidad de escape de los nazis, muchos homosexuales (junto con lesbianas, travestis, presos políticos, testigos de Jehová, migrantes, gitanos y judíos) fueron recluidos en prisiones y campos de concentración. No se sabe el número aproximado de víctimas mortales y prisioneros que fueron procesados por el régimen nacionalsocialista, tanto en Alemania como en los países en los que llegó el poder de Hitler. Fueron pocos los que aportaron su testimonio como “prisioneros del triángulo rosa”, ya que después de la Segunda Guerra Mundial, ser homosexual seguía siendo penado en la Alemania Oriental y Occidental. Pasarían alrededor de cuarenta años (exactamente en 1994) para que esa ley terminara siendo derogada y que las víctimas del holocausto gay fueran reconocidos por la sociedad y la historia mundial.


Fuentes:

Aldrich, Robert (Ed.). Gays y lesbianas. Vida y cultura. Un legado Universal. Trad. de Beatriz Rendo Andaluz/Torreclavero. Donostia, España: Nerea, 2006. 384 pp. Ils.

Hidden Holocaust? Gay and Lesbian Persecution in Germany 1933-45. Editado por Günter Grau, Trad. Patrick Camiller. Chicago: Fitzroy Dearborn Publishers, 1995.

Historical perspectives on homosexuality. Licata, Salvatore J. y Petersen, Robert P. [Vol. 6, Núm. 1 y 2 Journal of Homosexuality. Otoño-Invierno, 1980-1981] Nueva York: The Hawarth Press, 1985. 224 pp.

Lauritsen, John y David Thorstad. Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935). Trad. de Francesc Parcerisas y Pról. de Juan Gil-Albert. Barcelona: Tusquets Editores, 1977. 169 pp.

Richard, Lionel (Dir.) Berlín 1919-1933. Gigantismo, crisis social y vanguardia: la máxima encarnación de la modernidad. Trad. de José Luis Gil Aristu. Madrid: Alianza Editorial, 1993. 286 pp. Fotos, Ils., Cuadros. (Memoria de las Ciudades).



[1] John Lauritsen y David Thorstad. “Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935)”, en: Los primeros movimientos a favor de los derechos homosexuales (1864-1935). Trad. de Francesc Parcerisas y Pról. de Juan Gil-Albert. Barcelona: Tusquets Editores, 1977. p. 19.
[2] Eike Geisel. “Excluidos y delincuentes”, en Lionel Richard (Ed.). Berlín 1919-1933. Gigantismo, crisis social y vanguardia: la máxima encarnación de la modernidad. Trad. de José Luis Gil Aristu. Madrid: Alianza Editorial, 1993. pp. 81-82. (Memoria de las Ciudades).
[3] Günter Grau. “Persecution, ‘Re-education’ or ‘Erradication’ of Male Homosexuals between 1933 and 1945. Consequences of the Eugenic Concept of Assured Reproduction”, en: Hidden Holocaust? Gay and Lesbian Persecution in Germany 1933-45. Editado por Günter Grau, Trad. del alemán al inglés por Patrick Camiller. Chicago: Fitzroy Dearborn Publishers, 1995. p. 3.
[4] Lauritsein y Thorstad, Op. Cit., p. 34-35.
[5] Ralf Dose. ”Sexualidad: las provocaciones de un pionero”, en: Richard, Op. Cit., p. 165.
[6] Richard. “Una identidad contradictoria”, Op. Cit., p. 21.
[7] Grau. “Police Raids, Bans and Arrests: 1933 to 1935”, en: Op. Cit. p. 26
[8] Ibídem, p. 26.
[9] Grau. “The National Socialist Revision of Section 175 of the Penal Code”, Op. Cit., p. 65.
[10] Florence Tamagne. “La era homosexual (1870-1940)”, en: Aldrich, Robert (Ed.). Gays y lesbianas. Vida y cultura. Un legado Universal. Trad. de Beatriz Rendo Andaluz/Torreclavero. Donostia, España: Nerea, 2006. p. 192.
[11] En español no hay una traducción textual de esta palabra. Sin embargo, en el texto de Rüdiger Lautmann lo utiliza como “assfucker”, que interpreto como “penetrador anal”, es decir, el activo sexualmente. Rüdiger Lautmann. “The pink triangle. The persecution of homosexual males in concentration camps in Nazi Germany”, en: Historical perspectives on homosexuality. Licata, Salvatore J. y Petersen, Robert P. [Vol. 6, Núm. 1 y 2 Journal of Homosexuality. Otoño-Invierno, 1980-1981] Nueva York: The Hawarth Press, 1985. p. 148.
[12] Hubo labores dentro de los campos de concentración que requerían un esfuerzo físico y mental bastante duro. Como lo menciona Heinz Heger en sus memorias como sobreviviente: durante el invierno vio que “los prisioneros del triángulo rosa tenían que mover la nieve de un extremo a otro del campo por la mañana y por la tarde regresarla a su posición original, llevándola en palas, abrigos o con sus propias manos.” Citado por Ibídem, p. 150. Sobre este hecho, hay una recreación visual en la película Bent (Sean Mathias, 1997) donde dos prisioneros (un homosexual y un “judío” —también homosexual— cargan nieve de un lado a otro como forma de trabajo.
[13] Grau. “Persecution, ‘Re-education’ or ‘Erradication’ of Male Homosexuals between 1933 and 1945. Consequences of the Eugenic Concept of Assured Reproduction”, Op. Cit., p. 6.

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